MUSEO DE SAN DIEGO
Ubicación: en las calles Calicuchima
y Farfán.
Es importante conocer que en
San Diego funcionó la recoleta de los padres franciscanos desde fines del siglo
XVI. Según la leyenda, los lienzos y el crucifijo del convento fue usado por el
padre Almeida como escalera para salir a sus fiestas nocturnas. San Diego
conserva la solidez de sus muros y columnas de piedra del siglo XVII.
El complejo religioso de San
Diego ofrece a sus visitantes uno de los recorridos más completos por una
edificación colonial, con obras que llevan el talento de la Escuela Quiteña,
pues el visitante tiene la posibilidad de conocer la sacristía, el templo, la
capilla exterior, el osario detrás de la iglesia, cuatro patios del convento,
el refectorio, las celdas de los religiosos, el campanario y la sala de
Profundis con el refectorio o comedor es otra obra extraordinaria, con delicada
pintura mural sobre la madera y un sencillo pero encantador marco de piedra. En
el refectorio se admira una representación de la Última Cena del artista
quiteño Miguel de Santiago, en la que el platillo frente a Jesucristo contiene
cuy, una preparación andina tradicional.
Tiene gran riqueza en lienzos, esculturas y donaciones.
Las obras llevan el talento de la Escuela Quiteña del siglo XVIII. El convento
de San Diego era la antigua recoleta de la orden franciscana. Sus paredes
guardan preciosos lienzos con alegorías a la pasión de Cristo, a la asunción de
María y a la vida de castidad y pobreza de santos como Francisco de Asís y
Diego de Alcalá, patrono del convento. Piezas que resultan de gran interés son
el púlpito, un ejemplo de la ornamentación barroca del siglo XVIII; la imagen
de la Virgen de Chiquinquirá; y el crucifijo por sobre el cual el bohemio padre
Almeida salía a sus jaranas nocturnas.
Para 1603 se había concluido
la iglesia, y el convento estaba en fase avanzada. En 1626 los patios internos
del claustro habían sido concluidos. Y los anales del Cabildo señalan que por
1650 San Diego ya oficiaba como una casa de retiro para "veinte religiosos
de penitente vida". Todavía faltaban pequeños detalles, por lo que en 1689
fue nombrado "Obrero Mayor" de la construcción al legendario fray
Manuel de Almeida, pícaro monje que usaba un crucifijo como la escalera que lo
conectaba con la ciudad nocturna y bohemia. El lugar incluso toma más fuerza
mítica por la presencia de otro héroe del imaginario quiteño: Cantuña. Si bien
él pinta como constructor del atrio de San Francisco, sus manos nunca
estuvieron allí, sino en San Diego, donde hizo algunos trabajitos de cerrajería
por los que cobró siete pesos. Hacia la mitad del XVIII, el Convento fue
concluido totalmente con acabado impecable.
En la pinacoteca de la
iglesia se pueden apreciar lienzos alegóricos a San Francisco de Asís, con
firma de Andrés Sánchez. Pero entre los que destacan están la "Misa
Gregoriana", atribuida a Miguel de Santiago; "Nuestra Señora de
Chiquinquirá", de factura colombiana; el cuadro de Cristo agonizante, de
autor anónimo, que se dice inspiró la "Piedad" de Caspicara; y la
imagen de la Pasión del Señor, cuya autoría se confiere a Francisco Albán. Una
visita a este museo es un encuentro con al arte quiteño, más allá de los
nombres consagrados.
Horarios de
atención:
Lunes - Sábado, de 09h00 a 13h30, 14h30 a 17h00
Servicios: Tours.
Costo de entrada: $ 2 Extranjeros/ Adultos
$ 1 Estudiantes, $ 0.50 Niños / 3ra Edad.
MUSEO MIGUEL DE SANTIAGO ( SAN AGUSTIN)
Ubicación: Calle
Guayaquil y Chile
Creado con la construcción
del convento de San Agustín se inicia a partir de 1580 con planos del
Arquitecto Francisco Becerra. En 1606 Juan del Corral se hace cargo de la
construcción de la iglesia definitiva y del convento la cual es concluida en
1650. En cada pared del convento destaca
un galería en la que se pueden observar 39 lienzos de los cuales 25 pertenecen
a Miguel de Santiago con su técnica Claro-obscuro en los que se detalla la Vida
y Milagros de San Agustín. Además hay 12 lienzos anónimos atribuidos a la
Escuela Quiteña del siglo XVII y 2 lienzos pintados por Luis Cadena, artista
quiteño del siglo XIX , el cual se destaca por realizar pinturas de gran
tamaño.
En la primera sala del museo se pueden observar lienzos de Goribar, De la
Cruz, algunos anónimos atribuidos a la Escuela Quiteña y a los alumnos de
Miguel de Santiago. Además 4 pinturas del siglo XVIII pertenecientes a Bernardo
Rodríguez, en los que plasma a cuatro doctores de la Iglesia (San Gregorio, San
Agustín, San Ambrosio y San Jerónimo). La característica de estos lienzos es la
espectacular utilización de los colores rojo, azul, blanco y sobre todo el
color dorado. Los marcos original que guardan a cada uno de los lienzos han
sido completamente restaurados. Además encontramos esculturas del siglo XVIII
de varios autores anónimos las que se caracterizan por ser talladas en madera,
estucadas y policromadas; cubiertas en pan de oro y con ojos de vidrio (San
Miguel, San Rafael, El Niño). Para concluir se presenta un Libro Coral del
siglo XVIII, elaborado en pergamino con pinturas vegetales y escritura a mano.
Tiene una pasta de madera forrada de cuero.
En la segunda sala se encuentra una amplia visión de los siglos XVII,
XVIII y XIX en cuanto a la escultura así; SIGLO XVII: Utilizan mucho pan de oro
en la vestimenta, los ojos eran pintados en la misma escultura, de encarne mate
y rasgos físicos ligeramente toscos, especialmente el rostro y las manos. De
esta manera se presenta a San Pedro. SIGLO XVIII: Poseen ojos de vidrio, un
encarne más brilloso que era obtenido por el roce de la vejiga del cordero
contra la escultura. Los detalles de la anatomía son mucho mejor terminados que
el siglo anterior. Es el caso de Cristo Resucitado y San Gabriel. SIGLO XIX:
Encontramos tanto ojos de vidrio como pintados en la escultura. Esto depende
del material de trabajo, pues en algunas ocasiones se emplea el yeso como
material base de trabajo (San Bernardo y el Niño de Praga). En la serie de
cuadros encontramos uno muy particular: presenta las iníciales de Miguel de
Santiago en una de las esquinas inferiores, este cuadro es La Visita de Cristo
a San Agustín. Encontramos además una serie de cuadros importantes por su forma
de trabajo, ya que utiliza el rombo como diseño para cuadro. Son 7 lienzos que
hablan de las características y títulos dados a San Agustín.
En la tercera sala descansa un Cristo Yacente del siglo XVII traído de
España, su característica particular es ser una sola pieza de madera excepto el
brazo derecho. En la representación de Cristo el dramatismo es más acentuado
por llagas púrpuras, rostro expresivo, es decir con todos los atributos de la
naturaleza humana y divina que la piedad popular ha sabido conjugar a la par de
la habilidad imaginaria, toda la sentimentalidad auténtica del artista.
Horario de
atención:
Lunes a Viernes: 9:00 a.m. a 12:30 p.m.
2:00 p.m a 5:00 p.m.
Sábado:
9:00 a.m. a 1:00 p.m.
Teléfono: (593 - 2) 295 – 5525 Fax: (593 - 2) 258 –
0263
MUSEO FRAY PEDRO GOCIAL ( SAN FRANCISCO )
Ubicación: Ubicado
entre las calles Cuenca y Sucre.
Este museo se encuentra en la iglesia y
convento de San Francisco. El Convento Máximo de San Francisco fue fundado por
los Hermanos de la Orden Seráfica a mediados del siglo XVI, encabezados por
Fray Jodoco Rickie. Entre las principales tareas evangelizadoras de la
Comunidad Franciscana durante el siglo XVI se cuenta la creación de la primera
Escuela de Artes y Oficios de Quito llamada San Juan Evangelista, para la
instrucción y doctrina de los naturales de la Real Audiencia de Quito; en 1557
se cambia el nombre del Colegio por el de Colegio de Artes y Oficios San
Andrés.
Lo espectacular de este
monumento de San Francisco, que ocupa cerca de 3.6 hectáreas de las 384 que
tiene el centro histórico de la ciudad, se compone de un gran espacio urbano:
la plaza de San Francisco, del convento mayor de la Orden Franciscana: con sus
claustros, huertas y jardines, la Iglesia: con su capilla de Santa Marta y
Capilla de Villacís. En el atrio y formando parte de la fachada en la esquina
suroccidental la capilla de Cantuña, y junto a ésta más al centro la conocida
Capilla de la Veracruz de los Españoles
El museo es dedicado a Fray
Pedro Gocial un franciscano flamenco, quién estuvo a cargo de la enseñanza
primera de las bellas artes a mediados del XVI, conocido cariñosamente por los indígenas como
“Pedro Pintor”, sembró la semilla del “Arte Quiteño”, que con el devenir de los
años luego se transformó en uno de los principales centros de producción de
Arte Colonial Religioso en Quito con características propias e inigualables y
que han sido merecedores del reconocimiento universal actual. A este gran
hombre se debe el nombre del Museo Franciscano, Centro Cultural que alberga
alrededor de 400 obras de arte religioso colonial de los siglos XVI –XVII-
XVIII. Fray Jodoco Rique, Fray Pedro Gocial y muchas generaciones de eximios
Franciscanos, cincelaron con amor y voluntad el alma fina y sensible de los
habitantes de esta tierra, haciendo de ellos no sólo buenos cristianos sino
también artistas de soberbio talento como Andrés Sánchez Galque, Mateo Mejía,
Miguel de Santiago, Bernardo Rodríguez, Manuel de Samaniego, entre los
pintores; Padre Carlos, Manuel Chili llamado el “Caspicara”, Bernardo de
Legarda, José de Olmos llamado “Pampite”, entre los escultores, y una pléyade
de artistas anónimos que hicieron de sus obras el canto más excelso y acabado
para Dios y los hombres y de los cuales podemos apreciar algunas de sus obras
en las salas de exposición del Museo Fray Pedro Gocial.
Precio de entradas: $ 2,00
por turista Nacional y Extranjero
$ 1,00 Estudiantes menores de 18 años
$ 1,00 Persona adulta mayor
Contactos:
Teléfono: 02 2 952 911
Móvil: 0995621321
http://www.museopedrogocial.org/
Horarios de atención:
Lunes a Sábado: 09h00 a
17h30
Domingo: 09h00 a 13h00
MUSEO FRAY PEDRO BEDÓN ( SANTO DOMINGO)
Ubicación: Ubicado
en las calles Flores y Bolívar, en pleno centro histórico de la ciudad.
En el año 1541, el padre
Gregorio Zarazo obtiene del cabildo un sitio para la edificación de lo que sería
el Convento Máximo de Santo Domingo de Guzmán. El lugar designado comprendía la
“meseta” entre dos quebradas y la explanada de la Loma Grande. En este lugar,
hoy sigue funcionando este centro religioso, exponente del arte de Quito,
Capital Americana de la Cultura.
El actual convento de Santo
Domingo es una obra diseñada por el arquitecto español Francisco Becerra, quien
construyó importantes templos en América. A él se debe la funcionalidad
arquitectónica basada en el acondicionamiento para la predicación del evangelio en la floreciente
ciudad.
Como parte de la
construcción, hacia al lado norte, entre las calles Jesús Pereira y Flores está
ubicado el Museo Fray Pedro Bedón, creación del padre José María Vargas (1965).
Pedro Bedón (1555), quiteño,
fue un maestro de pintura, político, teólogo, defensor de los indios; fundó una
cofradía de pintores indígenas quiteños. En 1570 ingresó a la Orden de
Predicadores y se ordenó de sacerdote en 1572. Se desempeñó como Prior del
Convento en 1598. Estudió Teología y Artes en Quito y en Lima. La fundación de
los conventos de Nuestra Señora del Rosario en Riobamba, Santo Domingo en
Ibarra y La Recoleta de la Peña en Francia son acciones suyas; también tuvo
destacada participación al intervenir en problemas de alcabalas.
El padre Gonzalo Valdivieso,
gracias al impulso económico del Reino de Bélgica, efectuó una importantísima
restauración en el museo. La Orden de Predicadores pretende recuperar el
significado del arte cultivado y didáctico en el que la belleza era un medio
para representar la verdad y alabar lo divino, mediante una riquísima
iconografía con sentido vocacional. Permite al visitante valorar el arte
religioso, entender el papel y la intención de la Orden de Predicadores al
exhibir una iconografía “devocional” en la cual se expone la vida de la orden
así como de asociaciones laicas más conocidas como “Cofradías”.
Durante la Colonia era usual
que toda casa conventual posea una colección de arte religioso, puesto que el
arte constituía un importante medio de preservación histórica de las órdenes
religiosas.
Los cuadros (óleos sobre
lienzos) expuestos, 12 pertenecen a autores anónimos, puesto que ellos en sus
obras reproducían temas difundidos por los dominicos en Europa.
En la actualidad, el museo
está integrado por cinco salas con exposiciones permanentes. El público puede
observar obras con rasgos característicos de las escuelas Quiteña, Española,
Italiana y Cuzqueña, correspondientes a los siglos XVI, XVII, XVIII y XX.
Entre las esculturas,
talladas en madera, se destaca la de Santo Domingo de Guzmán, tamaño 145 X 63 X
44cm, y dos juntas, de San Francisco de Asís y Santo Domingo, 177 X 66 X 51cm.
En éstas sobresalen las vestimentas de tela encolada y los encarnes obscuros
(pálidos) de rostros, manos y pies.
La escultura que representa
a San Juan de Dios, tallada en madera policromada, tiene encarnes brillantes en
rostro, manos y pies, rasgos característicos en las esculturas de Bernardo de
Legarda. El creador permite que se reconozcan sus conocimientos de anatomía, ya
que los detalles están implícitos en ojos, dientes, uñas, venas y aún en el
fondo negro de la vestimenta, la que contrasta con la decoración floral.
En una urna de gran tamaño,
protegida con vidrios de seguridad, permanece abierto un Libro Coral (coro)
confeccionado a mano, data del año 1981, el trabajo corresponde a Fray Pedro
Bedón. Las tapas son de madera recubiertas con cuero de caballo. Las hojas son
de papel pergamino y en ellas están dibujadas partituras en gregoriano para
cánticos religiosos.
El Refectorio, sala dedicada
a comedor de la comunidad, construido en 1768, tiene un decorado mudéjar. Las
figuras geométricas son de estilo árabe-español y adornan el artesonado. Hacia
los costados, en posición inclinada se observan 54 óleos enmarcados en madera
revestida con pan de oro, representan a los mártires de la Orden Dominicana. La
vida de Santa Catalina de Siena está recreada en 24 óleos colocados en las
paredes laterales de la sala y en otros 14 están los reyes de Judá.
Horarios de
atención:
Lunes a sábados de 09:00 a 17:00
Domingos y feriados de 09:00 a 13:00
Teléfono 228 0518.
Ingreso
1 dólar personas mayores
50 centavos, niños, estudiantes y tercera edad.
MUSEO DE LA COMPAÑIA DE JESÚS
Ubicación: En las calles García Moreno y
Sucre, Cerca a San Francisco
Fecha de creación: Construida en 1605 por los jesuitas,
quienes se demoraron 16O años en terminarla y eso ocurrió apenas dos años antes
la orden jesuita fue expulsada por la corona española. Para 1765 el templo
finalizó la obra con la construcción de la fachada y en 1868 un terremoto
destruyó la torre de la iglesia y otro en 1987 destruyó parcialmente la iglesia.
Descripción:
La Iglesia de la Compañía de Jesús de Quito, cumbre del
barroco latinoamericano. Su diseño
arquitectónico tomó referencias de dos emblemáticos templos jesuitas de Roma, Il Gesú y San
Ignacio.
El templo jesuita tiene una planta de cruz latina, nave
central, naves norte y sur, crucero, transeptos norte y sur, presbiterio,
antesacristía, sacristía y capilla.
La nave central cubierta por una bóveda de 26 m de
altura, realizada en ladrillo, piedra pómez y finamente decorada con yesería,
policromía y pan de oro en estilo mudéjar.
El templo de la Compañía fue levantado con las manos de
innumerables artistas de la Escuela Quiteña, anónimos la mayoría, quienes
perpetuaron su habilidad y entrega para tallar y dorar con fina lámina de oro de
23 quilates cada centímetro de la iglesia.
Durante 160 años se edificó y decoró la iglesia con
magníficas obras de arte, muestra de ello son los 16 cuadros de los Profetas,
serie pictórica atribuida a Nicolás Javier Goríbar, artista quiteño del siglo XVIII.
Al pincel de Hernando de la Cruz se le corresponden los
dos grandes lienzos originales de El Infierno y de El Juicio Final, obras
ejecutadas en 1620, cuyos facsímiles pintados por Alejandro Salas en el siglo XIX
hoy se ubican en los extremos norte y sur de la iglesia.
Se admiran en las enjutas sobre los arcos de medio
punto de la nave central las escenas bíblicas de Sansón y Dalila y de José, hijo de
Jacob, obras anónimas del siglo XVIII.
En las naves laterales se destacan 6 imponentes
retablos atribuidos a la afamada escuela de arte quiteño del siglo XVIII: el de San
José, El Calvario, y San Luis Gonzaga en la nave norte y La Virgen de Loreto, La
Inmaculada y San Estanislao de Kostka en la nave sur.
En los transeptos norte y sur sobresalen los retablos
gemelos de San Francisco Javier y San Ignacio respectivamente, atribuidos
también a Marcos Guerra, y en el presbiterio destaca el dorado del retablo mayor
realizado por el gran imaginero colonial quiteño Bernardo de Legarda.
La fachada de la Iglesia es una sobresaliente obra de
estilo barroco, construida toda en piedra gris de origen volcánico. Tiene cada espacio
cubierto con el más mínimo detalle finamente labrado; así se admiran flores,
ángeles, arcángeles, símbolos eclesiásticos y varias imágenes representativas de la
Iglesia Católica y de los fundadores de la Orden jesuita.
Dos hechos religiosos importantes están ligados a la
Iglesia de la Compañía: uno de éstos fue, la visita diaria de Mariana de Jesús en
actitud de oración, primera santa ecuatoriana que se consagró en este templo y lo
escogió para morar para siempre. Mariana murió en 1645 (siglo XVII) y es en el
altar mayor donde ahora se veneran sus restos. El milagro de la Imagen de la
Virgen Dolorosa del Colegio, es también un hecho de fe profunda sucedido en el comedor
del antiguo Colegio San Gabriel en el interior del edificio jesuita, el 20 de
abril de 1906.
La torre de la iglesia, en época colonial reconocida
como la más alta de la ciudad, sufrió dos embates telúricos: en 1859 el primero, luego
de lo cual fue reconstruida, y en 1868, año desde el que permanece tal como la
conocemos.
Durante los últimos diecinueve años, 1987-2005, la
iglesia ha vivido un importante proceso de restauración integral, el mismo que ha sido
reconocido por el profesionalismo con el que instituciones nacionales así
como centenares de técnicos, arquitectos, restauradores y obreros
realizaron, con abnegado trabajo y mística personal para alcanzar la total restauración
del templo.
La Residencia San Ignacio y la Fundación Iglesia de la
Compañía encargadas de la conservación y mantenimiento del templo le invitan a
admirar la Iglesia y de esta forma apoyar en la promoción del compromiso que como
ecuatorianos tenemos de preservar este legado cultural.
Para la construcción se usaron materiales como piedra,
ladrillo, madera, yeso, pintura al óleo y al temple, para los soberbios
retablos y maravillosas esculturas, mientras que se empleó generosamente láminas de pan de
oro de 23 quilates para dorar toda la iglesia. Así mismo, se destaca la labor,
el tiempo empleado y la entrega total que tuvieron los sacerdotes jesuitas, organizando
a los gremios de artistas, artesanos, doradores, picapedreros, carpinteros,
herreros, albañiles, peones, para tener como resultado la Iglesia de la Compañía, Joya
del arte barroco en el Ecuador.
Han sido varios los aportes de la Compañía de Jesús al
Ecuador, citamos la construcción del Iglesia de la Compañía, el apoyo a la
cultura del país, con la dirección del Seminario San Luis, la creación de la
Universidad de San Gregorio Magno, (Centro Educativo donde se formaron varios de
los patriotas que entregaron su vida para liberar a la Ciudad de la corona
española), aportar con la primera
imprenta y botica, apoyar con sus conocimientos a la
Misión Geodésica Francesa, establecer un centro de misiones para el oriente
Ecuatoriano y latinoamericano contando con el apoyo del mapa de sudamericana
realizado por Samuel Fritz S.J., fueron también los sacerdotes jesuitas la primera orden
que realizaba la predicación en quichua en nuestro país.
El aporte de la Compañía de Jesús para la Real
Audiencia de Quito y para los lugares donde se encontraban los jesuitas fue bien
visto por la mayoría de pobladores de la época, fue para el Rey Carlos III y
para otros pocos que estos adelantos no fueron positivos, razón por la que, para
el año de 1767 el Rey decide expulsarlos de España, de la Real Audiencia de Quito y
de todas las colonias españolas en América. Este hecho ha marcado una
historia importante tanto en los sacerdotes jesuitas como también en las personas que
sufrieron su ausencia por muchos años. Al Ecuador los sacerdotes retornar en el
año de 1850 no por mucho tiempo porque luego de dos años en 1852 son nuevamente
expulsados por el Presidente Liberal José María Urbina. Para 1862
regresan definitivamente con el apoyo del Presidente Conservador Gabriel García Moreno
y retoman varias de las obras en los que habían trabajado, es para esta fecha
que se funda el Colegio San Gabriel, Colegio reconocido por su fama en el Ecuador.
Otro hecho trascendental para la Compañía es el Milagro
de la Virgen Dolorosa, hecho sucedido en el comedor de los internos del
Colegio San Gabriel en el año de 1906. Fueron 35 estudiantes, un sacerdote y un hermano
jesuita quienes mientras cenaban fueron testigos del prodigio admirable de la
imagen del Virgen Dolorosa.
Con el pasar de los años este hecho ha calado tanto en
el corazón de los devotos de la Virgen que año tras año se recuerda con fe y
admiración este prodigio.
Costo de entrada:
Extranjero $4
Estudiantes $1
Nacionales $2
Niños 0.50 ctv
Horario de Atención: 9:30 - 17:30 / 9:30 - 16:30 /
13:30 - 16:30
MUSEO DE SAN JOSÉ DEL TEJAR
Ubicación: se encuentra en el famoso y típico barrio del Tejar.
El templo data del siglo XVII es un sitio donde arcos de ladrillo y decorados con murales y retablos.Aquí se encuentra el libro “Historia del Arte en El Tejar de la Merced”, una obra realizada por la investigadora María Antonieta Vásquez y el historiador Alfonso Ortiz Crespo. El texto fue editado por el Municipio de Quito a través del Fonsal.
En el sector El Tejar funcionaba en el siglo XVII las fábricas de ladrillos. Allí cientos de indígenas fabricaban tejas y ladrillos que se utilizaban para levantar el templo y el convento de La Merced.
Con la expulsión de los jesuitas, Francisco de Jesús Bolaños convirtió a este sitio en un centro de reflexión para religiosos de varias congregaciones, historiadores y filósofos. Se dice también que en un tiempo la Curia de Quito les quitó este convento y los frailes negociaron su devolución con un copón de oro. La intervención del templo contempló la rehabilitación integral de la cubierta y pisos de la capilla, consolidación de las cabezas de muro, recuperación de los muros de adobe, pintura mural, pintura de caballete, escultura y maderas de los retablos. Se instaló la cubierta provisional, desentejado de la nave principal, limpieza de las tejas y su impermeabilización, desinfección de crujías, preservación de la estructura de cubierta y anclaje de las cerchas. A esto se sumó el retiro del cielo raso de carrizo, mantenimiento del sistema constructivo original de ala izquierda, consolidación de las cabezas de muro, resane de enlucidos, reparación de canales y bajantes de lluvias , mantenimiento de instalaciones eléctricas , recuperación de pisos y pintura de la edificación.
La capilla de San José es muy importante para los quiteños y quiteñas no solo por sus belleza arquitectónica sino porque en la cripta interior de la Capilla de San José descansan los restos de Eugenio de Santacruz y Espejo, precursor de la Independencia y uno de los más ilustres quiteños que destacó en el campo del periodismo, la abogacía y la medicina. Fue bibliotecario. Espejo murió el 26 de diciembre de 1795 a los 48 años de edad, y en su testamento dejó escrita su voluntad de que el momento que fallezca sus restos sean enterrados en el cementerio de El Tejar.
MUSEO DE LA MERCED
Ubicación: Calle Chile y Cuenca
Su construcción empezó a inicio del siglo XVII. En 1701 solo se pusieron los cimientos del actual templo, ya que el anterior fue destruido por el terremoto de 1.660. La torre se acabó en 1.736, y en 1747 se hizo la dedicación de la iglesia.
Esta iglesia se inspiró en la iglesia de La Compañía de Jesús, pero modificándola en los aspectos arquitectónicos indispensables para el uso de la comunidad mercedaria que, por su naturaleza conventual requería entre otros aspectos, de un amplio coro alto. El retablo mayor, obra de Bernardo Legarda, contiene la venerada imagen de la Virgen de la Merced realizada en piedra. Esta iglesia se levantó en honor a la Virgen María protectora de la ciudad después de las erupciones volcánicas del Pichincha que amenazaba con destruirla a mediados del siglo XVII.
En cuanto al convento, en el interior se admira el claustro principal. Así mismo se encuentran estupendas obras de la Escuela Quiteña, entre ellas la extensa serie de la vida de San Francisco Xavier y obras de Miguel de Santiago, Olmos, Albán, Pinto, Cadena entre otros.
En el nicho central del altar mayor está la Virgen de las Mercedes, a la que Sucre rindió su espada vencedora en la Batalla de Pichincha. Es una estatua de piedra, de tamaño natural. Cuando ocurrió las erupciones del Pichincha, los quiteños la sacaban en procesión.
El claustro principal de la iglesia es uno de los más atractivos de Quito, con pilares de piedra y fascinantes pasadizos blancos, así como un patio ancho que tiene una magnífica fuente tallada en piedra en el centro, con una figura de Neptuno. En el claustro superior hay una serie de pinturas que representan la vida de San Francis Xavier, que fue pintado por el Hermano Hernando de la Cruz.
El Claustro con sus dos pisos, guarda en su interior una biblioteca con paredes cubiertas de libros antiguos que saltan en el pergamino o con sus espinas dorsales cubiertas de oro.
El Museo se encuentra en el segundo claustro y decorado aparentemente por Manuel Samaniego. Hay también pinturas de Miguel de Santiago, Nicolás GorIbar, Bernardo Rodríguez y Manuel Samaniego, así como muchas joyas curiosas. La Merced guarda cuidadosamente muchas obras de arte originales de pintores y escultores que sobresalieron, entre estas obras tenemos: El Apóstol San Pablo, Nicolás Xavier Goribar. La Penitencia de San Pedro Nolasco, Miguel de Santiago. La Muerte de San Xavier, Fernando Rivera. La Vida de San Pedro Nolasco, Francisco Albán. Los Fundadores de las Órdenes Religiosas, Bernardo Rodríguez. La Glorificación de María en el Cielo, Manuel de Samaniego. Nuestra Señora de la Merced y su devoto, Casimiro Cortez. La Peregrina de Quito, Rafael Salas.
Horario de atención:
De Lunes a Viernes 9:00 a 18:00
Valor de las entradas:
2.00 USD
MUSEO CONVENTO DEL BUEN PASTOR
Ubicación: calles Vela y Maldonado.
Este complejo arquitectónico corresponde a inicios del siglo XVII y se pueden encontrar el testimonio de dos épocas importantes de la Historia del Ecuador: La Colonial y la Republicana. La Colonial representada por la magnífica arquitectura de la Iglesia y el Convento y sobre todo por la presencia aún de la ermita o cueva de recogimiento espiritual que perteneció a Fray Pedro Bedón (primer pintor de la escuela quiteña), en donde se encuentran frescos realizados realizados por él mismo sacerdote, siendo ésta una de las raras muestras, quizá la única en Quito.
De la época Republicana quedan los jardines; uno de ellos diseñados por el Doctor Gabriel García Moreno, así su obra de arte. No menos importante es el Salón Verde de estudio Francés que construyeron las religiosas y en el que se realizaban ceremonias estudiantiles y actos culturales.
También se destaca la historia de labor y misión de las hermanas del Buen Pastor. Cuando Hortensia Haro tomó los hábitos en el convento del Buen Pastor, a sus 23 años, nuevamente fue bautizada con el nombre de madre María de Santa Rosa.
En un terreno de 2 hectáreas, junto al Ministerio de Defensa, se distribuyen el convento, un museo, una capilla, una casa de acogida, la Escuela Ángel de la Guarda y varios locales comerciales que arriendan para la manutención del monasterio y para costear las obras sociales.
Las primeras religiosas llegaron desde Canadá en 1871. Fue por pedido del entonces presidente Gabriel García Moreno. El propósito era crear un centro de acogida para la reeducación, rehabilitación y guía espiritual de mujeres abandonadas, huérfanas o que habían incurrido en actos de delincuencia y prostitución. “Ora es labora”, es una de las frases que inspira y motiva la labor social de esta congregación. Entonces, las religiosas se instalaron en la Recoleta de Nuestra Señora de la Peña de Francia. Este fue un convento dominico, fundado por Fray Pedro Bedón, en 1600. Por un camino de piedra, la hermana Liz Reascos, guía y administradora del museo, desciende hacia la parte trasera del convento donde se conserva un antiguo mural, dentro una ermita. En este sitio encontraron siete cuevas que eran utilizadas por los frailes dominicos para los retiros espirituales y sus penitencias.
El Buen Pastor, representado en una escultura de piedra traída desde Latacunga, se impone en el patio central del convento. Alrededor se levantan tres pisos con muros que bordean los 80 cm de ancho. En la segunda planta, entre los corredores de madera están las habitaciones con una cama, un armario, una cómoda y un reclinatorio que revelan la sencillez con la que viven las religiosas.
El arte religioso se distribuye en varias habitaciones de los tres pisos. En las paredes y techos se destacan los detalles florales pintados por las primeras religiosas que llegaron a Quito. Enredaderas y flores de lis enmarcan ángeles y santos que custodian el colonial templo. El frío y la humedad están acelerando el proceso de deterioro de los murales de este conjunto patrimonial. En dos pequeños nichos a ambos lados del altar se teje otra de las sorprendentes historias de este convento.
Horarios de atención:
09h00 - 14h00
Precio:
1 dólar adultos (nacionales o extranjeros) y 0.50 centavos los niños.
Telf. 02 3060 185.
MUSEO DE SANTA CATALINA DE SIENA
Ubicación: Localizado en la calle Espejo 799 y Flores, hacia el oriente del Centro Histórico, a dos cuadras de la Plaza Grande.
Fecha de creación: fue en 1592, año en la cual también fue la revolución de las Alcabalas.
El Monasterio de Santa Catalina de Siena situado en Quito, que data del siglo XVI, es uno de los cuatro monasterios con que hace presencia la comunidad dominica en el Ecuador y es uno de los cinco monasterios femeninos de clausura más antiguos de la ciudad.
Este Museo que no sólo es uno de los más antiguos existentes en la ciudad, sino que fue la base en la que se originó el Museo de Arte Moderno e Instrumentos Musicales de la CCE e incluso el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, pues en sus inicios esta entidad apareció como una oficina de la CCE perteneciente al Museo Nacional, encargada de velar por el patrimonio artístico, funcionando en la planta baja de la edificación.
Al empezar su vida como entidad de cultura, fue el centro intelectual de la urbe Quiteña, realizándose en sus salas las exposiciones temporales más importantes
de la época, tanto a nivel nacional como internacional, siendo sede varias veces del
Concurso Mariano Aguilera, pese a no ser su organizador.
La trascendencia de sus colecciones radica en poseer bienes muebles desde el
siglo XVI, destacándose en estos una copia del libro del Concilio de Trento.
El grupo de las estaciones y la Virgen de las Flores atribuidas a Miguel de Santiago,
Esculturas atribuidas a Caspicara, Santa Rosa de Lima atribuida a Legarda, obras
firmadas por Rodríguez, Samaniego, Albán y Cabrera, son piezas únicas de
incalculable valor, que pertenecen al tesoro artístico del Patrimonio Nacional y que
se encuentran en su acervo.
Además cuenta con las mayores colecciones de miniaturas en tagua, corozo, marfil,
de fines del siglo XVIII en adelante; y de mobiliario decorativo, principalmente
escritorios (bargueños); que se presentan en exposición a nivel nacional,
poseyéndose en reserva una cantidad igual de este tipo de bienes.
Numerosos aportes y transformaciones debieron darse en la construcción en todo
el tiempo que perteneció a familias particulares, teniéndose solamente nociones de
cambios realizados en este siglo, específicamente desde 1.943 cuando se compra
la casa para el Museo; de este primer periodo se conoce una primera
reconstrucción, mencionándose que el artista Nicolás Delgado hizo el anteproyecto
en que se daban a las columnas y arcos del claustro principal las mismas líneas que
posee el Convento del Tejar, acción que llegó a realizarse como puede comprobarse
en la edificación actual; además se ejecutó otros cambios en las salas con la
finalidad de acondicionar el espacio físico para su nueva función de albergar
colecciones, lamentablemente no se tiene certeza de las modificaciones.
Desde fines de los años 70 han habido varias intervenciones, tanto en el aspecto
arquitectónico como en el de montaje museográfico contándose entre las más 32
importantes la realizada en las cubiertas por la DINACE, CCE, INPC y una última
que abarcó grandes variaciones en donde intervino el INPC, la CCE y el Banco
Central del Ecuador, efectuada entre 1.981 a 1.985, incluyendo a más de lo
mencionado conservación de bienes muebles; la última acción fue efectuada bajo
los lineamientos del proyecto del arquitecto Patrick de Sutter.
Entre las innovaciones efectuados en el aspecto arquitectónico, se puede
mencionar la transformación de las jardineras del patio principal, la eliminación del
jardín en el patio posterior, la unificación de dos salas de la planta alta en una sola
para exposición, la ampliación del área en que se colocaría el taller de restauración,
etc. Según un informe de 1.988, el museo para ese año está en un 80% de su
capacidad potencial, sin embargo que el sismo de marzo de 1.987 provocó estragos;
existiendo un problema de humedad en los pisos restaurados.
El último trabajo de restauración conocido en el Museo lo efectuó el FONSAL bajo
la dirección del Arquitecto Fabio Carranco desde 1.993 alargándose hasta 1.995 en
donde se cambió los pisos de 3 salas de la planta baja, se remodeló el espacio
destinado a la reserva de pintura de Caballete y se modificó el sistema de seguridad
del museo, ubicándose sensores de movimiento, alarmas de humo y rectificando
las cámaras antiguas inservibles con un nuevo sistema de grabación.
En el montaje museográfico se varió las salas permanentes y aumentó las salas de
miniaturas y del siglo XVI en 1.994, bajo la dirección del Lic. Carlos Yánez.
Transformaciones menores se vinieron efectuando hasta el año de 1.999 en que a
causa de los problemas ocasionados por el volcán Guagua Pichincha y por motivos
estructurales en las salas del XVII y XVIII fue necesario reemplazar para fines de
año todo el montaje existente.
Atención en el torno: 33
Lunes-viernes, en la mañana de 08:30 a 12:30; en las tardes de 14:30 a 17:30;
sábados durante la mañana de 08:30 a 12H30.
Celebración de misa, domingos, una sola a las 09:00.
El costo de la entrada:
USD 1,50 para adultos
USD 1 universitarios
USD 0,60 tercera edad y niños.
En el convento se pueden comprar medicinas naturales, vinos y golosinas.
MUSEO FRAY ANTONIO RODRIGUEZ ( GUAPULO)
Ubicación: Plaza de Guápulo N27-138 y calle Francisco
Compite
Fecha de creación: La construcción inicial constituyó
un pequeño templo de adobe,
en 1587, según Santiago Asimbay, coordinador del
santuario. En 1595, el obispo
Luis López Solís edificó una segunda capilla.
Descripción:
En pequeña planicie en los contrafuertes del lomerío
que separa Quito del valle de
Tumbaco, a la vera del camino que siguió la expedición de
Pizarro que descubrió el
Amazonas, rodeado de quebradas hondas, está el
santuario de Guápulo, por siglos
sitio de peregrinación devota de las gentes quiteñas.
La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe que allí se
honra fue tallada por Diego
de Robles y policromada por Luís de Rivera. Al
principio no hubo sino una ermita.
El templo, amplio y noble, es de una sola nave, con
planta de cruz latina de 60 por
27 metros, presidida por gran cúpula central. La
fachada conjuga un neoclásico
sencillo, con original espadaña de dos cuerpos
superpuestos.
Debido a flagelos, la gran nave se ofrece casi desnuda
de ornamentación, como no
sea la de resalte geométrico con reminiscencias
mudéjares y el friso que corre a lo
largo de los muros. Resto de antiguas grandezas es el
púlpito, tallado por Menacho
en 1716, justamente celebrado como uno de los más
bellos del Nuevo Mundo.
Concluida la parte arquitectónica del santuario, para
la obra pictórica se llevó a
Guápulo a Miguel de Santiago y al joven Nicolás Javier
Goríbar. De éste queda un
retablo firmado, en el templo. Miguel de Santiago pintó
lienzos para los marcos de
los retablos y cuadros con asunto de los milagros de la
Virgen.
Estas telas constituyen uno de los momentos
fundamentales del arte quiteño. El
artista, al tiempo que refería la anécdota, evocaba
escenas del tiempo, situándolas
en un ambiente entre trágico y mágico. Realismo mágico
americano, tenso
dramatismo, alucinantes efectos, hacen de esta serie lo
más vigoroso y personal de
la obra del gran pintor.
En 1540 fue el punto de partida de la expedición que
llevó a Francisco de Orellana
al descubrimiento del río Amazonas. El templo de
Guápulo se construyó en el siglo
XVI y su púlpito y varios de sus retablos fueron
elaborados por l escultor Juan
Bautista Menacho quien también trabajo en San Diego.
En este lugar podemos encontrar pinturas, esculturas y
muebles de arte religioso
de los siglos XVI, XVII, XVIII, XIX y XX. Francisco
Commtte y El Calvario.
La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe que allí se
honra fue tallada por Diego
de Robles y policromada por Luís de Rivera. AI
principio no hubo sino una ermita.
En 1596 el obispo López Solís, muy devoto de la Virgen
de Guápulo, le edificó
iglesia. Medio siglo más tarde, en 1649, se comenzó, bajo
la vigilancia del H. Antonio
Rodríguez, la actual.
El museo exhibe 12 lienzos de Miguel de Santiago que
conforman la colección: “Los
Milagros de la Virgen de Guápulo”.
Además están imponentes obras de Diego de Robles,
Nicolás Xavier Goríbar, Juan
Bautista Menacho y Caspicara.
La obra más antigua que se encuentra en el museo es un
cuadro del siglo XVI de
autor anónimo sobre la Virgen de Guadalupe de España.
La obra fue enviada a
Quito por Carlos V desde Europa. La notable acústica
del santuario lo convierte en
un espacio solicitado para conciertos y eventos.
ADMISIÓN:
$ 1.50 adultos
$ 1 estudiantes
$ 0.50 niños
Teléfonos: (02) 2565652 / 2541858
Días de atención: Lunes a Viernes
Horario: 08h00-12h00, 14h00-18h00
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