jueves, 7 de mayo de 2015

MUSEOS DE SITIO

 
 
PARQUE ARQUEOLOGICO Y DE INVESTIGACION CIENTIFICA COCHASQUI
 
 

Ubicación: El Parque Arqueológico Cochasqui se encuentra ubicado a una altura de 3100 metros sobre el nivel del mar, ubicado en la provincia de Pichincha en el Cantón Pedro Moncayo, parroquia de Tocachi.

Fecha de creación: En 1988 fue declarado "Parque Arqueológico de Investigación Científica"

Descripción:
El parque cuenta con una extensión de 83.9 hectáreas en ellas esta distribuidas 15

pirámides, 21 montículos funerarios o tumbas y perteneció a la cultura Pre-Inca

Quitucara. Las funciones primordiales de estas pirámides son tres: religión,

astronomía y militar. Estas son las grandiosas ruinas de COCHASQUI.

IMPERIO QUITU-CARA

En 1988 fue declarado "Parque Arqueológico de Investigación Científica

Cochasquí"; El Gobierno de la Provincia de Pichincha, desde 1981, tiene bajo su

custodia este Patrimonio Cultural del Ecuador. Se encuentra a 52 km de la ciudad

de Quito cerca de las lagunas de Mojanda. Este sitio posee 15 ramplas como se les dicen aquí, son pirámides en formas de (T)

Legadas, hace mas de 1500 años de historia del Ecuador antiguo.

Se aprecia en la plataforma de barro cocido ubicada en la parte superior de la

pirámide 13, la evidencia de la huella humana de una pisada (pie derecho) realizada

cuando el barro estaba aún fresco y con cualidades plásticas adecuadas para

estampar dicha impronta.

En un lugar privilegiado con una vista hermosa rodeado de una bella vegetación y

una fauna impresionante la cual nos permitirá de vez en cuando mirar algún oso,

conejos, pumas o simplemente la famosa llama la cual está acostumbrada al

increíble frio que hace en este mágico lugar. Al mirar a nuestro alrededor fácilmente

podremos transportarnos hacia 1500 años atrás donde la Princesa Quilago reinaba

en este lugar.

Fueron bloques de cangagua y chocoto los materiales utilizados para la

construcción de estas quince pirámides truncas, de las cuales nueve están provistas

de rampa las que constituyen este gran parque arqueológico.las tumbas indígenas

de planta redonda complementaron la estructura arquitectónica o urbana de la zona

de lo que fue el centro de irradiación cultural y religioso o centro astronómico.

Todos estos años de historia encierran en Cochasquí, los valores prehistóricos

registrados a través del tiempo nos han dejado evidencias tangibles e intangibles

imposibles de ignorar, a pesar de haber pasado la conquista incásica y la conquista 95

española, la época republicana y hasta la presente fecha Cochasquí se mantiene

perenne en el tiempo como baluarte nacional. Este místico lugar invita a los

visitantes a conocer el valor y coraje de nuestros antepasados que fueron los pilares

de lo que hoy es la nacionalidad ecuatoriana, pues no en vano por diecisiete años

esta zona fue cuna de la resistencia contra la expansión del imperio inca.

Cochasquí representa una formación social comunitaria, cuya organización política

se basaba en señoríos étnicos, que agrupaban cacicazgos conformados por "Bulus,

Ayllus y Asambulus". Cochasquí dice la historia estuvo regido por una mujer

gobernadora a quien se llamaba Quilago o Quelago, pero hasta el momento este

parque arqueológico de investigación científica todavía es un enigma para

científicos y arqueólogos, pues algunos sostienen que el mismo fue un complejo

habitacional para la clase elite indígena de la época, otros concuerdan que fue un

verdadero observatorio astronómico y por otro lado, algunos dicen que fue un

pucará o fortín para la defensa militar. A pesar de no tener un consenso sobre la

funcionalidad original del complejo, se destaca la magia y energía que se siente en

el lugar, lo que se complementa con la belleza escénica de su entorno que permite

una visión de 240º para apreciar elevaciones como el Pambamarca, Pichincha,

Cerro Puntas, Cotopaxi, Cayambe, Illinizas; también se observa los valles de los

Chillos y Tumbaco, al igual que Quito y el Panecillo

Además se realizan encuentros de grupos como shamanes, médicos naturistas,

nósticos, astrónomos y médicos bioenergéticas, además de las celebraciones en la

temporada de solsticios y equinoccios. Este centro arqueológico también cuenta con

dos museos en los que se exhiben piezas arqueológicas de dos periodos:

Cochasquí I y II, además que se narra el proceso evolutivo del sitio.

Matriacado de Quilago

Quilago es un personaje bastante curioso. Su leyenda está presente en unos

manuscritos que Montesinos adquiere en 1637 en la ciudad de Lima, punto obligado

del itinerario que realiza por el Virreinato del Perú entre 1634 y 1644.

Ciento cincuenta años después de acontecidos los hechos, el dominico es uno de

los cronistas más cuestionados por la poca veracidad de sus fuentes, y el prurito de 96

hacer hasta lo imposible por ser reconocido por sus grandes dotes como clérigo y

escritor.

Para la mayoría de los ecuatorianos, y más específicamente quiteños, Quilago es

un personaje apenas conocido.

En entrevistas al azar, los quiteños atinan solamente a identificarla con una

princesa cayambi que peleó defendiendo su país ante el invasor inca, siendo por

ello una de las iniciadoras de la nacionalidad ecuatoriana, concepto suficiente en

estos tiempos nuestros de nacionalismo exacerbado y búsqueda alienante de

símbolos patrios o patrioteros.

La zona de Cochasquí, de ascendiente cayambi, estaba gobernada por la princesa

Quilago, quien se había fortificado en los bancos al norte del río Quispe (Pisque),

lista a detener el avance de las tropas incas. Entre escaramuzas, batallas y

negociaciones, durante dos años, Quilago y sus aguerridos guerreros, apoyados

por el unificado señorío de Cayambi, detienen al invasor.

La leyenda nos relata que ella, a pesar de ser prisionera y del buen trato que le

dispensó el Inca, nunca olvidó a sus compatriotas; por ello en confabulación con el

Señor de Cayambi, refugiado con el grueso de su ejército después de varias

derrotas en la zona Caranqui, urdió una trampa para el Hijo del Sol, Huaina Cápac.

En efecto, conocedora de la atracción que el Inca siente por ella, lo invita a una

recepción en su palacio, donde lo intenta seducir con un erótico baile, en el

transcurso del cual haría caer en un pozo camuflado al Señor del Tawantinsuyo.

Suponía que sin el Inca, como general en jefe del ejército, los sureños no

reaccionarían rápido, y ante la confusión generada, las tropas cayambis atacarían

exitosamente al desmoralizado ejército quechua.

Parque Arqueológico Cochasquí

La pirámide 5 es muy importante pues tiene la forma de escorpión y es una de la

más grande, en cambio la 13 es la más visitada porque en la superficie podemos

observar los calendarios lunar Y solar, que marcan los solsticios y equinoccios.

Desde la cima de la pirámide 10 podemos apreciar el Cotopaxi, el Guagua

Pichincha, el Chimborazo, además se ve Quito, incluso El Panecillo.

Cochasquí era un sitio estratégico militar, religioso y astronómico.

 Costo de entradas:

Adulto: $1,00

Extranjero: $3,00

Escolares: $0,50

Colegio $1,00

Horario de atención:

Lunes a Domingo 09:00 a 16:30

 
MUSEO DE SITIO COTOCOLLAO
 
 
 

Ubicación: ubicado en la calle Santa Teresa N70-121 y Loyola, en el barrio de Cotocollao

Descripción:

El calor del fuego servía para preparar los alimentos, protegerse del frío quiteño y

elaborar las más hermosas piezas de barro, de tan buena calidad que hasta hoy

sobreviven (1500 a.c) y son testigos fieles del nacimiento de los quiteños.

Este legado se encuentra en el ‘Museo de Sitio de Cotocollao ubicado en la calle

Santa Teresa y Loyola, en el enigmático lugar hay entierros sobre los cuales se

construye el museo.

Los restos que son exhibidos en el lugar pertenecen al período formativo (1500 a.c

y 1500 d.c).  Los vestigios arqueológicos y las primeros asentamientos del Distrito se

encontraban sobre la meseta de Quito que estaba cruzada por vertientes del

Pichincha, que alimentaban las dos lagunas que se asentaban en el valle de la

ciudad.

Los asentamientos formaron la Aldea Formativa de Cotocollao que fue sepultada

por las cenizas del volcán Pululahua. Los cotocollaos que fueron pacíficos y no

tenían ejércitos guerreros tuvieron influencia de culturas como Machalilla, Chorrera

y Yumbos.

Los primeros ancestros de los quiteños vivían en cabañas de madera, ramas y

demás, revestidas de arcilla. Su alimentación estaba basada en el consumo de

papa, tubérculos, maíz, carne de venado y aves acuáticas que llegaban a la laguna

de Iñaquito.

Exhibición al natural

La entrada al museo es gratuita. Tiene en exposición 178 piezas arqueológicas, un

enterramiento, esqueletos y las herramientas que utilizaban los cotocollaos para la

cacería.

El museo está decorado con cuadros, ilustraciones y tomografías que representan

el período formativo, antes de la llegada de los incas a las tierras andinas. El museo

se construyó sobre un área de 300 metros cuadrados.

La atención es de lunes a viernes de 8h00 a 16h00. Visita guiada gratuita.

Familiares expuestos

Los antecesores de los quiteños fueron encontrados en Cotocollao en 1977, cuando

niños del sector jugaban en un terreno baldío y encontraron restos de cerámica y

desde ese año se realizaron las excavaciones.

Entre los restos encontrados están esqueletos, piezas arqueológicas, piedras

talladas en obsidiana, basalto y otras piezas que parecerían para ceremonias.

Posible solución

Las excavaciones que se realizaron a finales de los 70 por parte del Banco Central

hicieron que el terreno por patrimonio y cuidado del mismo forme parte de la entidad.

Al poco tiempo de abierto el museo por 1982 fue cerrado, y en el 2001 tras pedido 99

de la comunidad al Municipio reabrió sus puertas de forma gratuita, manifestó Rita

Romero, arqueóloga y encargada del museo.

El Municipio destinó 26 mil dólares al proyecto del museo de sitio, sin embargo no

se puede hacer uso de los mismos, porque el Banco Central no ha suscrito con el

Municipio para dar en comodato el área del Museo.

Galo Sánchez, morador del sector, manifestó que sería importante llegar de

inmediato a un acuerdo que permita que el área se utilice con fines de servicio.

“El dinero destinado por el Municipio serviría para ampliar el espacio y recibir a toda

la ciudadanía, para que conozcan el valor que tuvo y tiene la cultura en el país”,

afirmó Sánchez.

Romero agregó que de realizarse una participación legal por parte del Banco Central

y el Municipio, los terrenos que no tienen construcción serían adecuados para la

creación de un Centro Cultural que albergaría a los artistas y promotores culturales

de la zona. Además se adecuaría una biblioteca especializada para temas culturales

que involucren directamente al país.

 
COMPLEJO ARQUEOLOGICO TULIPE
 
 
 

Dirección: Para llegar a Tulipe es preciso tomar la Av. Córdova Galarza hasta San Antonio y luego la vía a Calacalí. Luego de 46 Km. de recorrido, a la derecha del pueblo de La Armenia, debe tomar la vía que conduce a Gualea. Las líneas de transporte San José de Minas y San Pedrito hacen este recorrido. Desde Quito llegará en un tiempo aproximado de una hora y media. El museo está ubicado a 96 Km. de Quito, entre Nanegalito y Pacto.

Descripción:

Tulipe es uno de los centros arqueológicos más importantes de Ecuador. En el lugar,

ubicado a dos horas de Quito, en el noroccidente de la provincia de Pichincha, 100

habitó el pueblo Yumbo entre los años 800 y 1660 d.C, antes de la llegada de los

españoles.

Tulipe proviene de tul/tol: tolas y pe: agua que significa agua que baja de las tolas.

La construcción de este templo se realizó durante el período de Integración. Sus

últimas huellas étnicas, al parecer, desaparecieron a fines de siglo XIX.

En Tulipe se encuentran modernas y acogedoras hosterías que conjugan con la

belleza del paisaje. A lo largo de la calle principal está la oferta gastronómica como

el cebiche de palmito, el caldo de gallina o la fritada y unos deliciosos postres para

endulzar todavía más al turista que llega de varios lugares del país y del mundo.

Esa misma ruta conduce al Museo de Sitio Tulipe, paraíso de los Yumbos y un

centro donde el visitante, durante un interesante recorrido, puede conocer la cultura

aborigen de Ecuador.

Los Yumbos

La descripción más antigua sobre esta etnia, (Cabello Balboa, 1583) establece que

los yumbos habitaban en un territorio que se extendía desde Lita y Atacames en el

norte, hasta Sigchos y Quito en el sur, en particular lo que hoy conocemos como

ceja de montaña o estribaciones andinas.

Los asentamientos o aldeas de esta cultura fueron identificados con topónimos

como Nanigal, Pacto, Gualea, Mindo, Cachillacta, Bolaniguas, Cocaniguas, Nono,

etc, nombres de pueblos desaparecidos unos, y otros que aún se conservan en la

geografía actual. La ceja de montaña occidental, cubierta de un bosque tropical

húmedo, fue el escenario de una sociedad que tenía una forma de organización muy

similar a los señoríos étnicos de la Sierra.

El arqueólogo Holger Jara, quien realizó las investigaciones en Tulipe, en diálogo

con RADIO TURISMO ECUADOR. com resalta la presencia e importancia de los

yumbos y su vinculación a las regiones Sierra y Costa. “El Yumbo fue un pueblo

mercader y comerciante. Conocía las lenguas de las dos regiones. Este pueblo tenía

amplios conocimientos sobre la astronomía, eso se refleja en los espejos de agua.

Allí veían cómo estaban los astros, las estrellas o la luna para saber cuándo debían

empezar la siembra”.

Su actividad mayor, como pueblo de mercaderes, consistía en llevar a Quito, el

tianguis más importante del área septentrional andina, productos exóticos –algodón,

sal, coca, ají- de intercambio interregional. La tarea lo realizaba a través de un

recorrido por largos y estrechos caminos, en medio de la selva y peligrosos pasos

naturales de la cordillera occidental, identificados como culuncos. La red vial de

comercio estuvo en pleno funcionamiento y era considerada como la más

estratégica durante los tiempos de las conquistas, primero por parte de los incas y

luego de los españoles.

Están registradas más de 1 000 tolas, hay cementerios y petroglifos. El vestigio más

importante es el monumento de sitio, con estructuras hundidas a manera de

piscinas. Son semicirculares, rectangulares, cuadradas, poligonales y eso habla del

conocimiento de la geometría y de la función astronómica que le dieron a esas

estructuras.

La cerámica descubierta en las tumbas presenta diseños que reflejan su

pensamiento religioso con símbolos que se distribuyen en forma simétrica en el

espacio, con brazos verticales y horizontales. Las bandas o partes externas de los

objetos tienen una variada gama de motivos zoomorfos y antropomorfos como

serpientes, aves, personajes que tienen que ver con lo mitológico. Los colores rojo

y negro que utilizan en los vestigios representan a la vida y la muerte.

Hólger Jara llegó a Tulipe en 1978, cuando el viaje desde Quito duraba seis horas.

Las personas del lugar no tenían claro su pasado ni sabían de la importancia de

preservar los vestigios arqueológicos.

La investigación

El proceso de restauración del lugar empezó hace 30 años, cuando el Banco Central

del Ecuador era el encargado de la rehabilitación de los sitios culturales... “pero

hace 15 años intervino de manera intensiva el ex Fonsal, ahora denominado

Instituto de Patrimonio Metropolitano.

Tulipe fue construido, según lineamientos religiosos simbólicos del pueblo Yumbo,

sobre la línea equinoccial casi con exactitud.

El Centro Ceremonial de Tulipe está conformado por ocho estructuras de piedra

hundidas, vinculadas con acueductos.

Según el investigador, las estructuras se llenaban de agua y el reflejo de las estrellas

permitía a los chamanes u hombres de saber del pueblo Yumbo observarlas con

mayor facilidad. En estas "piscinas", como en los ríos aledaños, se hallan también

numerosos petroglifos que muestran complejas figuras.

Los petroglifos muestran el tipo de escritura que usaban los Yumbos, la cual se

basaba en la utilización de círculos concéntricos, espirales y diseños antropomorfos.

Desde 1982 se iniciaron los estudios de las llamadas “Piscinas” de Tulipe, después

de valorar la importancia de este asentamiento prehispánico mencionado por

primera ocasión en los estudios del antropólogo Frank Salomon.

Después de varios años, el sitio arqueológico fue restaurado en todas sus

estructuras. La investigación arroja nuevos sitios arqueológicos que permitirán

ampliar el conocimiento de la cultura Yumbo, cuyos rasgos materiales más

sobresalientes se evidencian en las estructuras semi hundidas, tolas y pirámides

truncadas, culuncos o caminos antiguos, cementerios, petroglifos, y los restos de

cerámica, metal y piedra.

La provincia de los Yumbos fue llamada así en las primeras actas del Cabildo de

Quito.

El Museo de Sitio

Para llegar al Museo de Sitio Tulipe se atraviesa la vía Calacalí-La Independencia

hasta la parroquia rural de Nanegalito donde se toma una vía que conduce hasta la

población de Tulipe en medio de un encantador paisaje y un agradable clima entre

andino y tropical.

El Centro de Interpretación del Pueblo Yumbo fue inaugurado en 2007, y ofrece un

montaje multimediático que incluye una réplica de uno de los petroglifos, una

maqueta que muestra los amplios dominios de los yumbos y elementos

audiovisuales.

Durante la visita, guías nativos le invitan a caminar junto a las piscinas y recorrer

una estructura circular aledaña que tuvo funciones ceremoniales. La flora de la zona

y la energía del lugar son una grata compañía.

La recuperación del lugar y su entorno ha sido reconocida con el premio Reina

Sofía. El Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación de España, considera 103

que estas actividades contribuyen al desarrollo integrado de las sociedades,

favorecen el arraigo, la autoestima personal y colectiva, y a su vez colabora de

manera eficaz en la dinamización cultural y económica de las poblaciones

implicadas.

El premio consistió en la entrega de 30 000 euros, una escultura de Gustavo Torner,

una placa y un diploma conmemorativo por parte de la Reina de España. Hubo 32

candidaturas de 11 países de Iberoamérica.

Horarios de atención:

De miércoles a domingo 09h00 a 17h00

 
 
PUCARA RUMICUCHO
 
 

Ubicación: se encuentra a 4 km al norte de la población de San Antonio, en el extremo oriental de una planicie limitada por los cerros de la Providencia y Catequilla (este) y La Marca y Padre Rumi (oeste)

Fecha de creación: El Pucará de Rumicucho fue construido por los incas entre 1480 y 1500.

Descripción:

El Pucará de Rumicucho (del quichua: rumi = piedra; cucho = rincón) o Lulumbamba

(lulum = fruto; bamba = planicie). En el extremo norte se encuentra el encañonado

del río Guayllabamba y en dirección sur, la quebrada Colorada. El paisaje dominante

es de tipo desértico, con una rala cobertura vegetal formada por especies

xerofíticas, entre las que se encuentran los cactus, tunas, pencos, matorrales como

la chilca y mosquera y árboles como el quishuar, molle, algarrobo y campeche. El 104

territorio en el que se encuentra el Pucará forma parte de la zona Xerofítica

Equinoccial de la Provincia de Pichincha, cuya temperatura media es de 18 ° C.

HISTORIA

El término quichua “pucará” significa fortaleza o lugar fortificado. Con este nombre

se designa a un tipo de construcción prehispánica realizada en la parte alta de

montañas de valor estratégico. Los pucaráes están asociados a la convulsiva etapa

incaica, cuyas primeras evidencias datan de finales del siglo XV. Por referencias

históricas se conoce que Túpac Yupanqui fue el primer inca que incursionó en la

Sierra del actual Ecuador. Posteriormente, la presencia incaica se reinició con

Huayna Cápac, y finalmente el Tahuantinsuyo soportó una larga guerra civil a causa

del enfrentamiento entre los herederos del poder, Atahualpa y Huáscar. Durante el

enfrentamiento entre los pueblos nativos e incas, se utilizó una infraestructura militar

considerable: caminos, puentes, tambos y pucaráes. En este contexto, el Pucará de

Rumicucho fue construido por los incas como un centro militar de control en el

territorio de Quito, a la vez que fue utilizado como un puesto de avanzada en la

conquista de los pueblos ubicados en Cayambe y Caranqui.

ARQUITECTURA

Los pucaráes, como norma general, fueron construidos en montañas con amplio

dominio visual, cerca de centros poblados, zonas de interés económico o político y

cruce de caminos. Seleccionado el sitio, se procedía a modificar la superficie de la

colina mediante la remoción y relleno de materiales, con el fin de obtener espacios

horizontales a diferentes niveles de altura. En el caso de Rumicucho, se hicieron

tres plataformas longitudinales orientadas en sentido norte-sur, que dan lugar a

cinco terrazas, siendo la del centro la más alta del conjunto. Cada una de estas

áreas fue rodeada por un sólido y ancho muro de piedra, con el fin de cerrar el

espacio útil, al mismo tiempo que obtener una muralla de protección. En el interior

de las terrazas se levantaron recintos de diferentes formas y funciones, utilizando

muros de pirca con techumbres de madera y paja.

RECORRIDO

Al iniciar la visita, usted puede identificar las principales construcciones y su

funcionalidad, en orden de sur a norte:

Terraza quinta. Tiene una forma rectangular, con su extremo sur delimitado por un

muro circular. El acceso se halla en el lado occidental que mira a la planicie. En el

interior se encuentran dos áreas con evidencias edificadas. En la parte sur, se

conserva la cimentación de una casa de forma rectangular, mientras que en el lado

opuesto, se distribuyen varias construcciones alrededor de un patio central. En los

dos casos se trata de lugares de habitación, en los que residía una población de

prestigio étnico, ocupada en tareas domésticas y artesanales. Paralelo a este

conjunto arquitectónico y en dirección este-oeste, se extiende un callejón que se

abre en abanico a medida que se acerca al oriente.

Terraza cuarta. A continuación de la anterior y a un nivel más alto, se extiende un

espacio rodeado por los muros de contención. En el interior no existen edificaciones,

salvo un pequeño cuarto en la esquina sur oeste, con función de puesto de control

en el trayecto a la parte alta. En esta terraza la gente se reunía antes de acceder a

la cima del edificio, considerado el lugar de mayor importancia ritual. Este espacio,

a más de permitir el ingreso a la tercera a través de una escalinata, se conecta con

la segunda por medio de dos andenes longitudinales, también delimitados por

muros de contención.

Tercera terraza. Es una plataforma rectangular de 54 m de largo por 16 m ancho.

Es la parte más alta del Pucará y desde su cima se obtiene un control visual en una

extensa superficie en los cuatro puntos cardinales. En el interior no hay

construcciones, salvo un empedrado circular que estuvo localizado en el centro de

la terraza. Esta plataforma, similar a otras identificadas en el área de Rumicucho,

marcaba con toda seguridad el centro del edificio y el lugar de celebración de ritos.

Esta terraza, igual que en el extremo sur, tiene otra escalinata para bajar a la

segunda.

Segunda terraza. Los recintos descubiertos (dos de forma trapezoide y uno

circular) debieron servir como lugares de consumo de alimentos y bebidas, luego 106

de las actividades ceremoniales realizadas en la parte más alta del edificio. La

estructura circular, actualmente incompleta por la erosión sufrida en la parte

adyacente al barranco, se hallaba cubierta con una armazón de madera, a juzgar

por los agujeros de poste identificados en su interior. En la parte occidental, y junto

al segundo muro de contención, se encuentran dos recintos pequeños, identificados

como cocinas. En efecto, se trató de lugares en donde se preparaba la comida en

fogones de piedras semi enterradas y se guardaba el agua en grandes aríbalos

asentados en agujeros realizados en el suelo. En el área de las cocinas se recuperó

una gran cantidad de restos de alimentación, como huesos de llama, cuy, pato, a

más de caracoles de tierra y otros restos de fauna.

Primera terraza. Corresponde al espacio más extenso del Pucará, localizado en el

extremo norte del edificio. Se conoce, por las evidencias superficiales, la existencia

de un muro perimetral, un corredor y una estructura circular en el extremo noroeste,

vestigios que no han sido excavados. Mientras que en la parte sur y cerca de la

segunda terraza, se aprecia la existencia de una casa de habitación de forma

rectangular, actualmente investigada y restaurada. Se sabe que ésta fue un lugar

de vivienda y en los sectores adyacentes la gente realizaba tejidos y objetos de

hueso.

En términos generales, se puede decir que el Pucará fue una pequeña ciudadela,

construida con materiales propios de la zona como la piedra de color rosado (pórfido

cuarcífero), tierra, piedra pómez, madera y paja recogida en las partes altas de las

montañas. El agua se obtenía de los pogyos o vertientes localizadas en la parte

oriental del pucará y cerca de la quebrada de Monjas. Las edificaciones responden

a un patrón arquitectónico incaico, adaptado a las condiciones topográficas de la

colina, las cuales determinaron la ubicación de accesos, puestos de control y

dirección de los muros de contención.

FUNCIONES DEL PUCARÁ

La función esencial de un Pucará fue la militar, por ello se construyeron en lugares

altos, de amplio dominio visual, con recintos de piedra defendidos por murallas en

su contorno. La funcionalidad militar se comprueba también por al material 107

arqueológico: restos de vasijas de gran tamaño, armas de piedra y abundantes

huesos de llama. No obstante esta actividad básica, los ocupantes del edificio

también debían realizar labores artesanales, entre las que se encuentran: la

cerámica, tejidos, herramientas y adornos de hueso y piedra, a más de otras labores

relacionadas con la subsistencia de la gente asentada en este lugar. Algunos

indicios llevan a pensar que en este sitio se realizaban ceremonias relacionadas con

el sol, la luna, la tierra y las estaciones. Según las fuentes históricas, las fiestas más

importantes de los pueblos andinos ocurrían durante los cambios de estación. Es

decir, en los equinoccios (20 y 21 de marzo y 22 y 23 de septiembre) y solsticios (21

de junio y 21 de diciembre).

EVIDENCIAS CULTURALES

Las excavaciones realizadas han permitido identificar una gran cantidad de

materiales arqueológicos, siendo los más numerosos los de cerámica, los restos

líticos y óseos. También se han encontrado objetos trabajados en concha, cobre y

madera. El material cultural en su mayoría pertenece a ocupantes locales (quitus) y

foráneos (incas). Otros, de escasa presencia, pertenecen a grupos étnicos del

Carchi (Pastos) y Cotopaxi (Panzaleos). En su conjunto, evidencian una ocupación

tardía del sitio, en una época muy próxima a la conquista española (1500).

 Horario de atención: De Lunes a Domingo 10:00 a 22:00

 Costo de ingreso: 4 USD

 
MUSEO INTI-ÑAN
 



Ubicación: A 200 m del redondel vía Calacalí. (Mitad del Mundo)
Fecha de creación: En 1960 el profesor y periodista Humberto Vera fundó este centro didáctico de cultura y promoción de nuestra nacionalidad
Descripción:
El Museo del INTIÑAN, sus rutas y rincones evocan un viaje en el
tiempo para descubrir la cosmovisión, costumbres y tradiciones de nuestros
ancestros, invoca las fuerzas energéticas de los pueblos milenarios del Reino de
Quito, la magia, el color y sobre todos esa luz esplendida, proveniente del gran
INTI o SOL que recorre imponente su ÑAN o camino.
El Museo de sitio INTIÑAN, conocido como el Museo de la Cultura Solar
Equinoccial, es un centro didáctico interactivo que difunde y promueve la cultura
y estudio del SOL, del equinoccio y la mitad del mundo, además de exponer de una
manera especial las raíces ancestrales e históricas de nuestra nación.
Así por ejemplo, el tipo de vivienda y costumbres de la nacionalidad Wuaraoni, una
Tola funeraria para contemplar las grandes vasijas de barro en donde se enterraban 114
a nuestros ancestros, los tótems de diversas significaciones, conceptos y orígenes
que con su imponente presencia protegen a quienes los contemplan, el baile
maravilloso de un diablo huma, el esplendido monumento y camino del sol con sus
valiosos y sorprendes experimentos demostrativos, el hábitat de los pueblos
indígenas del Ecuador, la elaboración de la mágica chica o cerveza de maíz y
el famoso chaguarmishqui, entre otros elementos propios y míticos que representan
un legado transcendental para entender nuestra verdadera identidad.
El Inti-ñan, su real significado y legado.
La línea equinoccial que atraviesa el museo y que determina la latitud 00º00’00”
calculada matemáticamente, por GPS y de forma satelital, es decir por medios
técnicos y tecnológicos de última generación, fue descubierta y revelada
desde tiempos inmemorables por los sabios nativos del valle de Lulumbamba,
que por medio de observaciones solares y astronómicas determinaron que el 21
de marzo y el 21 de septiembre el Sol cae perpendicularmente sobre este valle,
sobre Quito; “la tierra del sol recto”, en una franja de cien metros.
A este fenómeno natural originado en Quito y su radio de cien kilómetros, tanto al
norte como al sur, sobre el centro de la tierra, los sabios ancestros lo
denominaron el INTIÑAN o Camino del Sol, gracias a sus estudios crearon los
calendarios solares y astronómicos más exactos del mundo. Ante esta
indiscutible realidad, el Museo del INTIÑAN debe su nombre y todo su accionar.
Para Fabián Vera, director propietario de este fabuloso Museo, estudioso e
investigador de la cultura solar, al igual que su progenitor y abuelo, el concepto
debe quedar totalmente claro para que no exista confusión. “Mucha gente
desconoce o confunde a la línea equinoccial, revelada hace mucho tiempo por
los indígenas Quitus-Caras, asentados en el valle de Lulumbamba, que marca el
Camino del Sol o el INTI -ÑAN, creando una franja que cursa todo el planeta con
la línea ecuatorial que fue el resultado de de la misión geodésica francesa que
espacialmente midió un cuadrante de la tierra determinando así su forma
circular” explicó
En la actualidad la medición por satélite reafirma a Quito como el centro de la
tierra o la mitad del mundo y sitúa al museo INTIÑAN, en latitud cero dentro de un 115
margen de error satelital por el movimiento mismo de la tierra de cien metros,
comprobado por tres códigos satelitales: el 84 que cae en la panamericana, el 56
justamente en el sitio de la línea recta o equinoccial dentro del museo donde se
realizan todos los experimentos y pruebas demostrativas, y el 69 en el cilindro
solar, con esos tres códigos se encuentra el punto satelital que determina el centro
mismo de la tierra comprobados, experimental y físicamente, por medio del
Heliógrafo o el Horno Solar y un sinnúmero de pruebas basadas en la caída del
sol en forma perpendicular, el agua y sus efectos , el equilibrio de las personas, la
carga y descarga de energía en los cuerpos y demás demostraciones.
La única línea equinoccial y un bosque sin sombra.
“No se puede determinar y peor aún hablar sobre una sola mitad del mundo
o la verdadera entre comillas como se ha pretendido insinuar, el concepto de línea
equinoccial es uno y universal.”, enfatiza Fabián Vera, que con teoría y
práctica continua con las investigaciones Arqueo-astronómicas y Etno-gráficas de
la zona equinoccial y ahora persigue uno de los proyectos más ambiciosos del
museo: reunir más de cien Tótems dentro de la misma área para formar un Bosque
Totémico sin sombra.
Conseguir Tótems de Latinoamérica y todo el mundo, reunirlos en el museo
formando un bosque totémico, es el objetivo a cumplir, creando el primer patrimonio
cultural de la humanidad en este campo y desde el centro del mundo, en la
actualidad el Museo cuenta con quince tótems y desea alcanzar o superar los cien,
proyecto en lo que se trabaja arduamente con estudios, visitas, viajes y resultados.
Se confirmó la donación por parte del gobierno peruano de una réplica del Señor
del SIPAN, que será traído de Chiclayo –Perú, con este logro se promueve
gestiones especialmente con los países cobijados por la línea equinoccial.
Pronto el Museo INTIÑAN cumplirá 20 años de servicio, visión e innovación con
conceptos fundamentados en estudios e investigación, El camino del sol ES UNA
FORMA Y COSMOVISIÓN PARA CONCEBIR LA CULTURA SOLAR DE NUESTRA HEREDAD, ante esta realidad su Director hace un llamado para unir
fuerzas y promover proyectos en este importante campo y posicionar a nuestra
mágica tierra como el INTIÑAN.
 
MUSEO DE SITIO LA FLORIDA  
 
 
 
 

Ubicación: Calle Antonio Costa, entre Román y Fernando Corral (en el barrio San

Vicente de La Florida). Al norte de Quito.

Fecha de creación: Fue descubierto por casualidad, en 1980

Descripción:

El yacimiento arqueológico de La Florida se encuentra en una pequeña “planicie”

que domina el sector del aeropuerto de Quito, en las laderas de Pichincha, debajo

de una zona denominada “el sombrerito”, antes ocupada por la antigua hacienda

Osorio (barrio conocido bajo el nombre de San Vicente La Florida -sector

Chaupicruz). Fue descubierto por casualidad, en 1980, al construirse una cancha

de fútbol.

Su administración estuvo a cargo del ex FONSAL -actual Dirección Metropolitana

de Cultura. En los años 80, Leon Doyon hizo una prospección del lugar en el marco

de su tesis de Phd, pero la investigación más detallada del yacimiento la realizó

María del Carmen Molestina en el 2004.117

Este sitio es una necrópolis precolombina cuya ocupación fue fechada entre los

años 200 y 600 d.C. No obstante, en las proximidades del yacimiento, se habría

identificado una casa del Formativo fechada en el 2 000 a.C., lo cual evoca una

presencia humana mucho más temprana en la zona.

Las sepulturas se encuentran actualmente bajo techo, y su reconstitución se puede

observar desde una pasarela de madera. Al lado de este conjunto, se encuentra el

museo como tal, el cual exhibe una muestra de las piezas halladas en las tumbas.

Las explicaciones sobre el sitio están a cargo de guías; un material audiovisual está

asimismo a disposición de los turistas, quienes, si están de suerte como fue el caso

aquí- pueden también beneficiarse directamente de una visita guiada protagonizada

por María del Carmen Molestina en persona:

Tal como lo atestiguan las fuentes etnohistóricas de la Colonia temprana, la zona

de La Florida formaba parte del señorío del cacique “Pillajo e Ipia”, el cual se

extendía hasta Cotocollao. Ipia formaba parte de un grupo de caciques principales

pudientes que controlaban a caciques menores, y habrían basado su poder en el

control de extensas redes comerciales. Del cacicazgo de Ipia dependía así el de

Guamansara, que abarcaba la zona de Rumipamba, a cuyos talleres textiles estuvo

eventualmente asociada La Florida. De hecho, en la actual comunidad de Santa

Clara, todavía subiste el apellido “Guamansara”.

Estos caciques se aliaron a los Españoles con la intención de expulsar a los Incas

de su territorio, por lo que, a manera de castigo, Rumiñahui los aniquiló en la

quebrada de Pomasqui, cortándole la cabeza a Ipia. Habría sido el grupo cacical de

Ipia el que habría sugerido a los Españoles asentar la ciudad que querían fundar en

las faldas del volcán Pichincha, por tratarse éste de un lugar protegido de las

amenazas volcánicas.

El sitio de La Florida como tal es un cementerio planificado, con tumbas de pozo

profundo. En superficie, estaba cubierto por un bohío.

La reconstitución de la tumba que se puede observar actualmente en el yacimiento

da cuenta de dos niveles: el más profundo –y el más antiguo también- cuenta con

cuatro individuos. Sobre este nivel, se presenta otro, subdivido a su vez en dos: una

primera fila de seis individuos, sobre la cual reposan esteras sostenidas con palos 118

que sirven de base a otra hilera de seis individuos sobrepuesta a la primera. Los

difuntos se encontraron sentados, con las piernas dobladas, las manos en el pecho

y envueltos en un fardo funerario.

Doyon habría sugerido que estos entierros múltiples corresponden a un individuo

que fue sepultado con acompañantes sacrificados para este efecto.

Molestina descarta la hipótesis de los acompañantes: para ella, cada difunto fue

depositado en las tumbas de forma independiente: éstas son efectivamente de

épocas distintas. Se trató de tomar muestras de ADN de los huesos de los entierros,

pero lastimosamente, su mal estado de conservación no lo permitió, por lo que no

se sabe todavía si los individuos enterrados en el sitio comparten algún rasgo de

parentesco. Por otra parte, en el museo de sitio, se aprecian reconstituciones de la

apariencia física de los difuntos encontrados en el cementerio. Esta reconstitución

estuvo a cargo de la antropóloga forense Paola León. Entre los rasgos

característicos de estos individuos, se destacan los pómulos salientes, la nariz fina

y alargada, los ojos alargados y la boca saliente. Se notó que todos los difuntos

tenían artritis. De hecho, la zona era mucho más húmeda en esa época que en la

actualidad.

Al parecer, las tumbas fueron cavadas con palos puntiagudos de madera de 45 cm

de largo aproximadamente. La tierra cavada se retiraba con la ayuda de canastas.

Entre los individuos del nivel más profundo, se identificó a un hombre con un saco

de concha Spondylus y con hernia discal, por lo que se sugiere que se trataba de

un comerciante. La concha Spondylus era un elemento sagrado para las culturas

precolombinas de los Andes, con una fuerte carga ideológica. Así, al tratarse de un

ámbito funerario, el registro arqueológico del sitio La Florida está atravesado por

una serie de elementos que reflejan la cosmovisión de la cultura a la que

pertenecían los difuntos.

La noción de cuadripartición por ejemplo se halla presente a través de la recurrencia

del motivo de la cruz representado en los platos de los ajuares, así como en la

disposición de los difuntos del nivel más profundo de la cámara funeraria. Se

observó además que las tinajas estaban recubiertas de hematites, minerales férreos

provenientes de lagunas no perennes (en este caso, Iñaquito muy probablemente). 119

Para Molestina, la proveniencia de este mineral y su uso en tinajas destinadas a

ajuares funerarios denotan una carga simbólica relacionada con la fertilidad y el

ciclo de la vida. Adicionalmente, la ubicación del sitio La Florida se explicaría desde

un punto de vista simbólico por el carácter sagrado de la montaña, morada de los

dioses. Más que de shamanes vinculados a esta ritualidad, María del Carmen

Molestina prefiere hablar de un grupo sacerdotal, noción que implica una doctrina y

una organización que según ella están claramente representadas en el registro

arqueológico de La Florida. Se plantea además que el aspecto religioso y sagrado

de La Florida se vincula con las prácticas agrícolas de quienes ocuparon el sitio. En

efecto, la tierra que fue utilizada para tapar las tumbas no es la cangahua que

predomina en los alrededores del sitio, sino una tierra fértil al parecer trasladada

desde otro lugar. Se recalca luego que los campos de cultivo eran sagrados para

estas culturas.

Desde otro punto de vista, el ajuar contenía compoteras y tinajas, entre las cuales

el microbiólogo Javier Carvajal obtuvo una muestra de levaduras hasta ese

momento desconocidas en el mundo científico, que le permitió además recrear una

“chicha precolombina” distinta a las que se conoce en la actualidad, en particular

por lo que se le agregaban hierbas. Al parecer, el maíz de esa chicha (jora de maíz)

provenía de Chillo.

Así, la cultura que ocupó el sitio de La Florida da cuenta de un control total de su

entorno ecológico: sus habitantes conocían perfectamente los lugares idóneos para

ubicar sus asentamientos, especialmente de cara a posibles amenazas naturales

tales como inundaciones o erupciones volcánicas, y al acceso a recursos claves.

Entre la dieta de esta cultura, aparecen la papa, el chocho, el melloco, la quinua. Se

consumía también ciervo y sacha cuy aunque estos dos últimos elementos

formarían más bien parte de comidas “de estatus”. Se sugiere que el espacio

habitacional asociado a quienes ocuparon el sitio La Florida podría estar ubicado

más arriba, hacia el Pichincha.

Por otra parte, en el museo de sitio, se aprecian muestras de vasijas, fragmentos

de textiles, tinajas, cajas de llipta, túnicas mortuorias con madre perla, caracoles…120

Los ajuares de La Florida dan cuenta de la destreza tecnológica alcanzada por los

artesanos de esa época: entre los textiles, se observa por ejemplo el uso de diversos

tipos de algodón y tintes en función de cada diseño representado.

Molestina plantea que las poblaciones que ocuparon la zona comprendida entre la

quebrada de Rumipamba hasta Nariño conforman un solo grupo cultural, motivo por

el cual la Cédula Real de 1573 consideraba a esta zona como una sola jurisdicción

administrativa. Si bien es cierto que las crónicas mencionan los nombres de las

culturas Caranqui, Cayambi y Quitu, el registro arqueológico da cuenta de una

homogeneidad cultural que apoya el uso del término “Sierra Norte” en referencia a

estas manifestaciones.

Lo cierto es que La Florida es un sitio que muchos Quiteños seguramente no

conocen, pero que es sin duda alguna emblemático para entender nuestro origen.

Resulta curioso que a pesar de ser la capital de la República, el pasado

precolombino de Quito y su región haya sido relativamente poco estudiado en

comparación con otras zonas del país (Manabí por citar un ejemplo). Es de esperar

que las autoridades culturales locales y nacionales tomen cartas en el asunto para

fomentar en mayor medida la investigación de esta zona.

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Miércoles a sábados: de 09:00 a 16:00. Domingo: de 10:00 a 16:00.



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